El que Vive en la Verdad:
La Arqueología y los Patriarcas

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por Charles N. Pope
Traducción de Óscar David Calle Mesa
Copyright ©1999-2004 por Charles Pope
Copyright © por la traducción, Óscar Calle, 2003

Resumen
El que Vive en la Verdad: La Arqueología y los Patriarcas


La Biblia describe a los grandes reyes de Israel, de los que se dice que gobernaron entre el Nilo y el Éufrates. Sin embargo, la arqueología del Israel tradicional no apoya esta afirmación. En Egipto está la arqueología de los faraones, la cual ostentaba un imperio que se extendía desde el Nilo al Éufrates. Sin embargo, no se ha encontrado ningún registro narrativo detallado de su historia familiar ni de su cultura. ¿Podría ser que la arqueología de Egipto y la memoria cultural de la Biblia fueran dos facetas de la misma historia regia, las cuales se complementarían lógicamente entre sí? En otras palabras, ¿los faraones reinaron también como reyes de Israel, pero bajo nombres hebreos? ¿Es entonces la Biblia el recuerdo que los reyes egipcios dejaron en Israel? ¿Tenían de hecho los reyes de Israel una esfera de influencia mucho mayor que la reconocida en la Escritura? ¿Fueron ocultadas más tarde las identidades de estos reyes de Egipto por razones políticas u otros propósitos? Éstas son preguntas obvias, pero no han sido formuladas, ni mucho menos contestadas ... hasta ahora.

En la Parte I se demuestra que los patriarcas enumerados en el Libro de Génesis son los mismos que los grandes "Reyes-Dioses" del mundo antiguo. El primer patriarca, Adán, es identificado como Atum, el dios primordial de Egipto. Al Adán bíblico se le ordenó, junto a su compañera Eva, "fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla."a La palabra hebrea para sojuzgar significa "conquistar, oprimir, subyugar," e implica que Adán y sus descendientes inmediatos fueron de hecho autorizados para gobernar como reyes. Consistente con esto, la "genealogía" de Adán dada en el Génesisb se correlaciona precisamente con la lista de sucesión de los dioses de Egipto. Después del Diluvio, el primer conquistador célebre es llamado en el Génesis como Nimrod (Namer). Corresponde al faraón egipcio Narmer, fundador del Imperio Antiguo egipcio. En Narmer, las dos líneas herederas rivales descendientes de Sem y Cam fueron recombinadas. Desde esa época en adelante, el "mundo" del Cercano Oriente fue dominado por una única familia regia, la cual se consideraba a sí misma como semítica y camítica por igual.c La Biblia sigue el rastro de la historia de esta dinastía que gobernó literalmente durante mil años sobre las regiones duales de Egipto y Mesopotamia.

Los varios libros del Antiguo Testamento son una antología. Fueron escritos por diferentes autores y no son totalmente consistentes ni en teología ni en filosofía. Además, los libros del Antiguo Testamento colectivamente tampoco representan un relato unificador o secuencial de la historia antigua. En la Parte I se demuestra que los principales relatos del Antiguo Testamento, a saber, la Torá, los libros de Josué y Jueces, y la narración de Reyes/Crónicas, realmente se superponen considerablemente en el tiempo y varían mucho en su opinión sobre muchas de las mismas personas y sucesos. Por ejemplo, la Torá y la narración bíblica de Reyes/Crónicas proporcionan cada una su propia versión del periodo correspondiente al Imperio Nuevo egipcio. Fueron escritas desde puntos de vista completamente diferentes. Por esta razón nos son ahora infinitamente más valiosas como ayuda para reconstruir la historia de esta crítica época.

Tanto la Torá como la narración de Reyes/Crónicas hacen uso de personajes compuestos, sin embargo fueron formadas de maneras muy diferentes. En la narración de Reyes/Crónicas, David y Salomón son compuestos. Cada uno combina el recuerdo de dos reyes de la vida real, los cuales compartieron el mismo nombre y gobernaron el uno después del otro.d Estas figuras compuestas reflejan la antigua mentalidad de que la vida y la realeza de un padre podrían continuar a través de sus descendientes varones. Era fundamental para la noción de "dinastía." La Torá personifica la antigua mentalidad incluso mucho más sofisticada de que "la historia se repetía a sí misma." Se consideraba que la historia patriarcal durante el periodo del Imperio Nuevo egipcio era una repetición del Imperio Medio. El Imperio Medio era una repetición del Imperio Antiguo, que a su vez era una repetición del mundo antediluviano de los dioses. Consistente con esta creencia, los personajes principales de la Torá son también compuestos por naturaleza. Sin embargo, en contraste con la narración de Reyes/Crónicas, un rey no es incorporado a su inmediato predecesor, sino que las personas de una era eran vistas como "segundas venidas" de antepasados que vivieron en un periodo muy anterior. Principalmente, los personajes de la Torá son miembros de la familia real del Imperio Nuevo egipcio, los cuales son combinados con grandes antepasados que vivieron y gobernaron durante el Imperio Medio.

El punto culminante de la Torá es el Éxodo de Moisés. También es el ciclo más pronunciado de la Torá. Cuatro de los cinco libros de la Torá están dedicados a este suceso. Sólo un libro, el Génesis, describe toda la historia patriarcal anterior. Había dos figuras muy distintas de Moisés en la historia patriarcal, sin embargo sólo se incluye en la Torá un relato del Éxodo. La historia de Moisés no es por consiguiente una pura biografía sino una combinación de estos dos hombres, los cuales estaban separados en el tiempo por más de cien años. El Moisés del Imperio Nuevo (Akhenaton) fue descrito como una repetición del Moisés arquetípico que vivió en el Imperio Medio (Hammurabi). El material perteneciente a las dos personas y sucesos fue integrado en una única narración.

Los libros de Josué y Jueces no son parte de la Torá y no fueron escritos con el estilo de la Torá. Más específicamente, la historia incluida en Josué y Jueces no está formulada como una repetición, sino que pertenece completamente a sucesos que siguieron al primer Éxodo del Imperio Medio. El Moisés al que se refiere este relato es el Moisés del Imperio Medio. El Libro de Josué no tiene nada que ver con el segundo Moisés del Imperio Nuevo. Sin embargo, a falta de un lugar más apropiado, los libros de Josué y Jueces vienen detrás de la Torá en la tabla de contenidos de la Biblia. Esto sólo ha servido parar favorecer un arraigado concepto erróneo. Pero ya se verá cómo de engañosa puede ser una "cronología de tabla de contenidos."e Se demuestra en la Parte I que las historias Josué y Jueces no representan un interludio entre la Torá y la narración de Reyes/Crónicas. Los libros de Josué y Jueces no siguen al Éxodo del Akhenaton del Imperio Nuevo egipcio (Roboam-Moisés II), sino al Éxodo del Hammurabi del Imperio Medio (Heber-Moisés I).f

Tanto la Torá como la narración de Reyes/Crónicas de la Biblia son claramente partidarias y radicalmente diferentes en estilo, pero cuando se combinan nos proporcionan un cuadro exacto, detallado y equilibrado del Imperio Nuevo egipcio. Los héroes en una historia bíblica se describen invariablemente como personas non grata en la otra. Sin embargo, con la pérdida del contexto histórico, los relatos complementarios se convirtieron en fuentes míticas. Se creyó después que estas historias superpuestas eran leyendas parroquiales de personas y sucesos que estaban separados por cientos de años de historia adicional encontrada en los libros de Josué y Jueces. Sólo reestructurando las historias independientes del Antiguo Testamento con la ayuda de la arqueología puede determinarse una cronología antigua exacta, y recuperar las verdaderas identidades de los personajes bíblicos.

En el Nuevo Testamento, el libro de Mateo (1:17) nos informa de que hubo catorce generaciones entre Abraham y el rey David. En la Parte I de este libro se demuestra en cambio que ¡Abraham era contemporáneo de David!g Se creyó más tarde que estaban muy separados en el tiempo debido a los respectivos prejuicios de la Torá y la narración de Reyes/Crónicas, y la clasificación artificial de los libros del Antiguo Testamento. Esta distorsión ya se había convertido en algo firmemente arraigado hacia el siglo I d. C. En la narración de Reyes/Crónicas, David (una combinación de los faraones Thutmosis I y III) es el apasionado guerrero y fundador del "Reino Unificado," una dinastía que gobernó desde el Nilo hasta el Éufrates. En la narración de Reyes/Crónicas, a Abraham se le da el nombre de Eliab. Él tiene antigüedad sobre David, pero según el autor de la narración de Reyes/Crónicas, él tiene cabeza pero no corazón para la verdadera grandeza. En la Torá, David no es un personaje compuesto. En cambio, la combinación del padre e hijo recibe un nombre aparte. Al padre se le llama Abimelec ("Padre del Rey") y es tratado con un considerable desdén. Su hijo natural Isaac es estimado, porque es el hijo legal y heredero de Abraham. En la Torá, es Abraham (el general egipcio Djehuty) y no David el gigante intelectual que establece esa misma dinastía del "Imperio Nuevo" en Israel y Egipto mediante paciencia y astuta estrategia.

En la narración de Reyes/Crónicas no hay ningún relato del Éxodo. Akhenaton (Moisés II) no es venerado como Moisés, sino que se le llama en cambio Roboam, el necio "hijo" y sucesor del sabio Salomón. En el último capítulo de la Parte I y continuando con la Parte II, se demuestra que el reinado de 40 años de Salomón es el recuerdo cultural de los renombrados faraones del Imperio Nuevo egipcio, Amenhotep II y Amenhotep III, con un fuerte énfasis en el último de ellos. Amenhotep III, como el Salomón bíblico, reinó durante 40 años y fue el predecesor de Akhenaton, el cual gobernó a su vez 17 años.h Al Roboam bíblico también se le atribuye un gobierno de 17 años. La historia de la Torá concluye con el Éxodo bajo Akhenaton (Moisés II). Sin embargo, la narración de Reyes/Crónicas continúa después del reinado de 17 años de Akhenaton (Roboam) sin aparente interrupción. La narración de Reyes/Crónicas registra la humillación de Akhenaton en su año 5, pero no menciona la más ignominiosa caída del poder en su año 17. Además, tampoco se recuerda la piadosa muerte de una multitud mezclada de súbditos enfermos y moribundos. Este desafortunado suceso, ocurrido en el Bajo Egipto, o no fue considerado importante desde una perspectiva del Alto Egipto (tebana) o fue omitido discretamente. Los supervivientes del Éxodo de Akhenaton en el Imperio Nuevo fueron reintegrados dentro del territorio egipcio, y permanecieron bajo la jurisdicción de Egipto. La vida seguía.

En la Parte II de El que Vive en la Verdad: La Arqueología y los Patriarcas, la sorprendente conclusión a la que se llega es que la "Estancia" de Abraham y sus descendientes en Egipto no acabó con el Éxodo de Akhenaton (Moisés II). Este suceso coincidió con la caída de la gloriosa civilización de cuatro generaciones de duración que fue la XVIII Dinastía egipcia. Sin embargo, esto sólo marcó el punto medio en una saga mayor, de 430 años, de la realeza "israelita" en Egipto. Después del reinado de Salomón, la narración de Reyes/Crónicas describe dos dinastías rivales que no sólo gobernaron en Siria y Palestina, sino también en Egipto. Las historias bíblicas y egipcias continúan siendo sinónimas hasta la conquista de Nabucodonosor a comienzos del siglo VI a. C.

Los arqueólogos mantienen actualmente que Nabucodonosor fracasó en su intento de conquistar Egipto. Sin embargo Josefo, historiador del siglo I d. C., creía claramente que no. Escribió que "este rey babilónico [Nabucodonosor] sometió Egipto, Siria, Fenicia y Arabia, superando por sus hazañas a todos los reyes caldeos y babilónicos que le habían precedido."i Esto implica que Nabucodonosor superó incluso a los gobernantes asirios de Babilonia, a saber Asaradón y Asurbanipal, en su sometimiento del Alto y del Bajo Egipto. En la Parte II de este libro se demuestra que los faraones de la XXI Dinastía se "rebelaron" contra Babilonia y fueron depuestos por Babilonia. La "Jerusalén" que se mantuvo firme contra Nabucodonosor durante dos años no estaba en Palestina, sino en la Tebas Occidental, en la "Judá" del Alto Egipto.

La familia real y la nobleza del Alto Egipto fueron deportadas a Babilonia, pero se les permitió reinstalarse en la Palestina Central durante el Periodo Persa siguiente. Estos "Judíos" habrían estado sujetos a un juramento y unidos en el dolor de la muerte para no volver nunca a su anterior base de poder del Nilo, y renunciar a toda pretensión de realeza, pasada, presente y futura. Esto incluía renunciar que sus antepasados habían sido faraones en Egipto. Habiendo perdido su soberanía sobre Egipto y estando obligados a negarlo, los judíos adoptaron una actitud extremadamente crítica ("uvas verdes") hacia la realeza y hacia el mismo Egipto.

En la narración de Reyes/Crónicas,j los antepasados son denominados como gobernantes de una parte del anterior Imperio Egipcio en Israel (Palestina), pero no en el propio Egipto. En la Torák se toma una posición incluso más extrema. Los mismos antepasados en ocasiones son llamados príncipes, pero nunca se reconoce explícitamente que también fueran reyes, ni en Egipto ni en Israel. La Torá implícitamente defiende el derecho de Adán (Atum) y sus inmediatos descendientes para la realeza, sin embargo rechaza la noción de que Noé y sus hijos fueron autorizados a hacer lo mismo después del Gran Diluvio. En el Génesis, a la familia de Noé se le da instrucciones para repoblar la tierra, pero el mandato de Adán y Eva para "sojuzgarla" está visiblemente ausente.l De hecho, se les prohíbe explícitamente quitar la vida humana, el privilegio tradicional de los reyes.


  1. Génesis 1:28 (RV)
  2. Véanse Capítulos 1-3.
  3. Véanse Capítulos 4-8.
  4. Véanse Capítulos 9-14.
  5. El Cuadro 9 compara la cronología de la "tabla de contenidos" de la Biblia con las relaciones reales entre los libros.
  6. Véanse Capítulos 7-8.
  7. Para los entrelazamientos de David y Abraham, véanse Capítulos 9-14.
  8. Véanse Capítulos 9 y 16.
  9. Josefo, Contra Apión. lib. I. c. 19.
  10. 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, y 1 y 2 Crónicas.
  11. Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
  12. Génesis 9:1
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